Durante siglos, los alquimistas de China, India y Europa buscaron incansablemente el secreto para transformar plomo en oro. Aunque nunca lograron su objetivo, sus esfuerzos no fueron en vano, ya que su búsqueda derivó en descubrimientos importantes que sentaron las bases de la química moderna. Similarmente, en la actualidad, ciertas dietas prometen convertir alimentos insalubres en el secreto para una vida larga y saludable, creando una especie de alquimia moderna.
Una tendencia emergente en esta «alquimia moderna» es la promoción de la dieta carnívora como el camino hacia una salud óptima. Algunos defensores de esta dieta afirman que puede ser beneficiosa para trastornos inflamatorios del sistema digestivo y enfermedades autoinmunes. Sin embargo, como dijo el cardiólogo William Clifford Roberts, «decirle a la gente que los chicharrones y las salchichas son buenos para la salud es irresponsable».
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La falta de evidencia científica que respalde estas afirmaciones extraordinarias es alarmante. En un análisis detallado, Gonzalo Quesada, profesor de filosofía de la ciencia y experto en nutrición, destaca la ausencia de referencias científicas sólidas que apoyen la dieta carnívora. Los beneficios anecdóticos de esta dieta a menudo ignoran los riesgos documentados para la salud, como el aumento de la inflamación y el impacto negativo en la microbiota intestinal.
Los nutrientes con mayores evidencias de efectos antiinflamatorios están presentes en los vegetales, no en las carnes. Elementos como la cúrcuma, la fibra y los flavonoides de origen vegetal destacan por sus beneficios para la salud. Contrariamente, las grasas saturadas y trans, más comunes en carnes y lácteos, presentan un riesgo conocido de inflamación y problemas cardíacos.
Además, la idea de que una dieta elevada en proteínas animales podría incrementar la masa muscular carece de un respaldo científico sólido. Según Gonzalo Quesada, no existe evidencia revisada por pares que respalde una relación causal entre un aumento en la ingesta de proteínas animales y una mayor masa muscular.
Los informes de mayor claridad mental con la dieta carnívora también se basan en percepciones subjetivas y no en pruebas científicas contrastadas. De hecho, estudios han demostrado que dietas altas en grasas y bajas en carbohidratos pueden afectar negativamente la función cognitiva.
Por otro lado, la salud intestinal se ve comprometida con una dieta exclusivamente carnívora debido a la falta de fibra, esencial para la microbiota intestinal. Investigaciones han vinculado dietas altas en carnes con cambios perjudiciales en la flora intestinal, lo que podría aumentar el riesgo de inflamación intestinal y otras complicaciones.
Aunque la dieta carnívora captura la atención con promesas de salud revolucionarias, es esencial tener precaución. Al igual que con los alquimistas de antaño, buscar transformar plomo en oro sin una base sólida en la evidencia científica puede llevar a resultados desalentadores. Es crucial analizar cualquier dieta desde una perspectiva científica, considerando tanto beneficios como riesgos. Como siempre, lo recomendable es seguir pautas dietéticas basadas en estudios bien estructurados y revisados, priorizando salud y seguridad a largo plazo.